Tossal Montañés

El yacimiento de Tossal Montañés es de pequeñas dimensiones (unos 60 por 15 metros en sus ejes mayores) y ha aportado una serie de materiales y estructuras que pertenecen a distintos momentos del ibérico antiguo y pleno. Destaca la existencia de una casa-torre de planta circular de unos 7 metros de diámetro en cuyo interior se hallaron interesantes materiales de uso doméstico (telar, horno de pan, moldes de fundición, cerámicas). Junto a esta casa-torre se extiende un pequeño poblado de casas de planta rectangular adaptadas a la topografía natural del terreno. El yacimiento ha sido objeto de excavaciones arqueológicas recientes dirigidas por P. Moret y J. A. Benavente.

Torre Cremada

Del yacimiento destacan los restos de un gran torreón de planta elíptica de unos 9 metros de diámetro en su base, dos metros de espesor y unos 5 metros de altura conservados. El torreón se construyó utilizando grandes mampuestos de arenisca toscamente tallados que se trabaron simplemente con barro. El torreón pudo alcanzar los 10 m. de altura y debió tener al menos dos plantas. La construcción forma parte de un pequeño recinto amurallado defensivo o de vigilancia que, a modo de fortín, parece proteger un extenso poblado a sus pies, apenas explorado. El yacimiento ha sido objeto de excavaciones arqueológicas recientes dirigidas por P. Moret y J. A. Benavente.

El Palomar

Hasta el momento se ha excavado una parte del poblado sacando a la luz una manzana completa, compuesta por unas 11 casas y 4 almacenes, que aparece perfectamente delimitada por cuatro calles pavimentadas con losas de piedra. En el interior de estas viviendas aparecieron enterramientos de animales y niños algunos de ellos con ajuar. Las viviendas muestran varias dependencias interiores y en algunos casos se han conservado restos de escaleras que accedían a una planta o altillo superior. El yacimiento ha sido objeto de excavaciones arqueológicas realizadas por el Museo de Teruel bajo la dirección de J. Vicente.

San Pedro

El hábitat del Cabezo de San Pedro parece diferenciado claramente en dos zonas. La primera de ellas corresponde a un recinto fortificado que aprovecha las condiciones naturales del terreno al situarse al extremo de un cerro. Un gran cortado le protege por un lado, mientras el único acceso viable presenta importantes estructuras defensivas claramente monumentales con un gran foso, una doble línea de murallas (la primera de ellas de 4 m. de anchura), un camino de ronda y varios torreones de planta circular de los cuales uno conserva una altura de más de 13 m. Este impresionante conjunto fortificado parece desempeñar un papel preferentemente militar, de control de accesos y vías de comunicación, en la protección de otros núcleos ibéricos próximos dedicados posiblemente a actividades agropecuarias. La segunda de las zonas se extiende fuera del área protegida por las murallas y presenta unas dimensiones mucho mayores, en torno a 1,7 hectáreas.

Escodines altes y Escodines baixes

Probablemente estos dos yacimientos, separados entre sí por apenas 100 metros, deben corresponder a un único asentamiento, a pesar de que han sido tradicionalmente diferenciados. El urbanismo y la planta de ambos poblados se adapta al terreno en el que se emplazan. Mientras en Escodines altes aparece una agrupación de viviendas de planta rectangular en la cima de un pequeño cerro, en el yacimiento de Escodines baixes, ubicado a menor altura y sobre un cordón rocoso de arenisca, las viviendas aparecen adosadas en una sola alineación con una calle o espacio de acceso orientado al este. En el entorno de ambos yacimientos se conservan largas alineaciones de grandes mampuestos que deben pertenecer a recintos amurallados o de protección.

La excavación completa de este yacimiento, realizada entre 1915 y 1916 por Lorenzo Pérez Temprado, proporcionó moldes de fundición de hachas y espejos, cerámicas a mano, algunas de ellas decoradas con incisiones, así como un gran número de toscas pesas de telar.

San Cristóbal

Se trata de un poblado de la primera Edad del Hierro excavado en su mayor parte, en 1916-17, por Lorenzo Pérez Temprado. Se sitúa en la margen derecha del río Matarraña, en lo alto de un cerro desde donde se domina una gran extensión de terreno, frente al actual núcleo urbano de Mazaleón. El poblado tiene una planta alargada adaptada al terreno con una serie de construcciones defensivas (muralla, pequeños torreones de planta cuadrangular o circular…) en los lugares de más fácil acceso que protegen una serie de habitaciones de planta rectangular con muros de mampuestos de arenisca que fueron recrecidos con adobes. Llama la atención en la zona oeste la presencia de un grueso muro que cerraría un espacio de difícil acceso por otra zona y que, quizá, habría que interpretar por ello como especialmente protegido. Junto al poblado se encuentra una antigua balsa cuyo origen debe estar relacionado con este asentamiento.

Hornos de El Olmo y Mas de Moreno

Los hornos cerámicos íbero-romanos de Mas de Moreno y El Olmo fueron descubiertos en los años 80 del siglo pasado por Montserrat Martínez quien llevó a cabo la excavación de dos de ellos. En 2004 comenzó un proyecto de investigación sobre este centro alfarero bajo la dirección de Alexis Gorgues y José Antonio Benavente. Hasta el momento se han documentado dos agrupaciones de hornos separadas entre sí por tan sólo unos 400 m. de distancia en las partidas de Mas de Moreno, con un complejo alfarero compuesto por, al menos, 5 ó 6 hornos y de El Olmo, con un solo horno hasta ahora localizado y excavado. Estos hallazgos, actualmente en proceso de investigación, confirman la existencia de un importante centro alfarero que probablemente abasteció de excelentes cerámicas a las más importantes poblaciones de su entorno. Las investigaciones en curso están aportando así mismo interesantes novedades sobre la existencia de edificios de madera y espacios delimitados por empalizadas en los que se realizarían parte de los trabajos de fabricación, secado y decoración de las cerámicas.

Ruta de los túmulos del Matarraña

La Ruta de los túmulos funerarios ibéricos del Matarraña discurre por el antiguo camino que comunicaba las localidades de Cretas y Arens de Lledó, tiene una longitud total de 5,6 Kms ida y vuelta (en dos itinerarios de 4,1 y 1,5 kms respectivamente) y transcurre por un bello paisaje sin apenas desniveles en el que se alternan campos de cereales, olivares y zonas de bosque mediterráneo junto a los cuales se conservan varias agrupaciones de túmulos ibéricos (con una quincena de tumbas, en total), varios yacimientos arqueológicos del ibérico antiguo, grabados rupestres y antiguas casas de campo abandonadas. Esta ruta, que está señalizada en todo su recorrido con flechas direccionales y paneles explicativos, tiene, además, un especial atractivo ya que su primer tramo ha sido acondicionado para discapacitados mejorando los accesos para personas con problemas de movilidad. Para ello se ha habilitado un aparcamiento en el incico de la Ruta y acondicionado caminos, rampas y pasillos de acceso de tierra compactada que permiten llegar con silla de ruedas hasta el túmulo aislado de Mas de Toribio I (una monumental tumba de cuatro metros de diámetro que ha sido parcialmente reconstruida) y, más adelante, hasta la agrupación de los túmulos Mas de Toribio I, II y III, lo que constituye un singular ejemplo de accesibilidad del patrimonio arqueológico en su entorno natural para discapacitados. También en el inicio de esta Ruta existe una pequeña variante para visitar los túmulos de Pedrafita y el antiguo mojón de divisoria de términos que da nombre a la zona. En el segundo tramo de la Ruta principal, de acceso peatonal, puede visitarse el magnífico conjunto de tumbas de Vinya d´en Valle, junto a un pequeño asentamiento de la misma época pendiente de excavación, y en el tramo final el curioso panel de grabados rupestres con pequeñas cazoletas y canalillos junto a una fuente natural y bajo una enorme encina centenaria en la partida de Mas d´en Xerra.

Els Castellans

El poblado, de unos 70 x 30 m. de ejes mayores, fue excavado en su práctica totalidad por P. Bosch Gimpera entre 1910-12 y se sitúa en el sector NO de una pequeña elevación de terreno constituida por tres cimas amesetadas en dirección SE-NO en las que se conservan distintos restos de época ibérica. Las excavaciones pusieron al descubierto un interesante asentamiento con disposición urbanística de calle central con casas de planta rectangular adosadas a sus lados. En el norte, esta calle central acaba en unas escaleras que permiten el acceso a un gran bastión que protege por ese lado el asentamiento. El bastión, de forma curvilínea, presenta en algunas zonas una potencia de hasta 9,5 metros y es macizo, salvo por un espacio cuadrangular en el centro y dos espacios absidiales abiertos hacia el interior. Por delante de este potente bastión, se identifican dos antemuros alternados con dos fosos poco profundos. El acceso original se practicaría desde la zona suroeste, donde habría una rampa de acceso y una escalera con varios muros escalonados. En el lado contrario se encuentra una poterna rupestre, excavada en la roca, que se cubriría con una trampilla de madera.

Loma de los Brunos

La necrópolis de la Loma de los Brunos se emplaza sobre un largo cordón rocoso de arenisca situado al sur de un pequeño poblado en el que se han identificado varias fases de ocupación. Tanto el poblado como la necrópolis fueron descubiertos en 1958 por el arqueólogo caspolino Manuel Pellicer. Entre los años 1980 y 1982 el profesor Jorge Eiroa realizó diversas campañas de excavación en ambos yacimientos. La necrópolis, que está excavada en su totalidad, conserva restos de un total de 18 túmulos funerarios de unos tres o cuatro metros de diámetro, todos ellos de planta circular excepto uno cuadrangular. En el interior de estos túmulos, formados por un amontonamiento de piedras y tierras, se construyeron pequeñas cámaras funerarias o cistas en las que se depositaban los ajuares y las urnas o vasos de cerámica que contenían los restos incinerados de los difuntos. De entre ellos destaca por su tamaño, su posición destacada y su carácter monumental, el túmulo 10 construido mediante la superposición de anillos concéntricos de mampostería dispuestos escalonadamente con una cista excéntrica en su interior construida con grandes losas en disposición vertical. A unos 8 km de la Loma de los Brunos, en dirección a Alcañiz, se localiza el poblado ibérico de El Cascarujo que conserva una extensa necrópolis ibérica con varias agrupaciones de túmulos funerarios.

La Tallada

El poblado ibérico de la Tallada recibe su nombre de las numerosas entalladuras y zonas excavadas en los bloques rocosos de arenisca que se extienden a lo largo del cerro en el que se emplaza el yacimiento. El poblado fue parcialmente excavado entre 1927 y 1931 por L. Pérez Temprado y P. Bosch Gimpera quienes sacaron a la luz unas interesantes estructuras defensivas y numerosas habitaciones de planta rectangular alineadas sobre una elevada plataforma rocosa. Se conserva todavía en el sector central del poblado una gran balsa, pendiente de excavación, que está rodeada de otras viviendas alineadas en disposición ligeramente circular. En esta misma zona se conserva en el suelo rocoso la impronta de unas rodadas de carros que indican la existencia de un antiguo camino en ascenso por la vertiente Norte, hoy completamente erosionada. Del yacimiento de La Tallada es especialmente destacable su sistema defensivo con un gran foso excavado en la roca y una potente torre de planta rectangular en su sector Norte de la que aún se conserva el primer tramo de su escalera de acceso. El Sur del poblado estaba protegido por un sistema más complejo de doble antemural, foso y muralla curva con base construida en talud. Este sistema defensivo tiene una clara correspondencia con el yacimiento de Els Castellans de Cretas-Calaceite (Teruel) siguiendo los principios de fortificación escalonada y estableciendo un dispositivo reforzado en el extremo más vulnerable del recinto fortificado que protegía el poblado.

Tossal Redó

Bajo el nombre de Tossal Redó se incluyen dos poblados muy cercanos. Uno, denominado tradicionalmente como “poblado pequeño de Tossal Redó”, pendiente de recuperación, mal conservado y, por ello, mal conocido, y el “poblado grande” que es el que recientemente se ha recuperado y puesto en valor. Este poblado grande de Tossal Redó se sitúa en una colina de poca elevación que tiene, sin embargo, un importante control sobre el territorio circundante. Su urbanismo responde al modelo de calle central, presentando un ensanchamiento hacia el fondo. A ambos lados de esta calle se disponen medio centenar de casas de planta cuadrangular con sus puertas de acceso hacia dicha calle. En torno al poblado se conservan restos de dos pequeños recintos amurallados: uno en el perímetro de la cima amesetada del cerro y otro que debía discurrir por la base de la ladera del mismo. La alineación de las paredes traseras de las viviendas jugaría así mismo el papel de muralla defensiva. Posiblemente existieron dos pequeños torreones de planta cuadrangular junto a sus dos accesos principales. El poblado de Tossal Redó fue totalmente excavado en las primeras décadas del siglo XX. Tras unas primeras intervenciones dirigidas por Juan Cabré y por el padre Furgús, el yacimiento sería excavado por P. Bosch Gimpera y Josep Colominas en los años 1914 y 1917.