El asentamiento de El Palao constituye el enclave urbano de mayor tamaño existente en el territorio del Bajo Aragón en época íbero-romana y está apenas excavado. El poblado se asienta sobre un estratégico cerro amesetado y aislado desde el que se domina un extenso territorio. En la cima aparecen dos sectores separados por un camino-foso que da acceso a un amplio espacio, actualmente en fase de excavación, que pudo hacer las funciones de plaza. En las distintas excavaciones realizadas hasta el momento se han descubierto importantes estructuras constructivas, algunas de carácter monumental, como una gran cisterna, un área de posibles templos o edificios públicos, un torreón y otras todavía por determinar. De El Palao procede, además, un extraordinario conjunto de piezas de escultura de bulto redondo (caballos, cabeza humana) y estelas funerarias cuya presencia parece resaltar la importancia de este enclave urbano que muy posiblemente debió ejercer las funciones de “capitalidad” de este territorio en época ibero-romana, habiendo sido asociado por algunos investigadores con la ciudad de Osicerda / Usekerte mencionada en las fuentes antiguas.
El yacimiento es conocido desde principios del siglo XX y ha sido objeto de distintas fases de excavaciones dirigidas por V. Bardavíu y R. Thouvenot en 1928, Francisco Marco entre 1978-1985 y actualmente, en una nueva fase de trabajos iniciados en 2003, por Francisco Marco, Pierre Moret y José Antonio Benavente.