La necrópolis de El Cabo se sitúa a unos 400 metros al sur del poblado ibérico del mismo nombre, ya desaparecido, y está compuesta por un total de seis túmulos funerarios de planta circular. Aunque la necrópolis se encontraba intacta en el momento de su descubrimiento tres de las tumbas estaban parcialmente destruidas por la erosión. Los túmulos de El Cabo están compuestos por un simple empedrado de piedras calizas, de tan solo una o dos hiladas, colocados en disposición circular con medidas variables entre 1 y 3 metros de diámetro. En su interior, y siempre en la zona central, se depositaron bajo simples lajas o losas de piedra urnas de cerámica hechas a mano con restos de huesos humanos incinerados junto con algunos escasos adornos metálicos de bronce (pulseras, brazaletes, anillas…). La necrópolis fue descubierta en el año 2000 por José Antonio Benavente. En 2005 y 2006 la necrópolis fue excavada en su totalidad y, tras su consolidación y puesta en valor, incluida en la Ruta Iberos en el Bajo Aragón.
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